por Gustavo de Medina. CEO en Ibersponsor. Presidente de la Asociación Sevillana de Empresas Turísticas (ASET) y socio APC

 

En estos días de invierno y después de haber regresado de Fitur, se atisban en el horizonte buenas sensaciones, estímulos favorables que se corroboran con las primeras reservas que van acumulando los diversos actores de nuestra industria turística hispalense.

 

Tablaos flamencos, empresas de autobuses, guías, casas palacios, todos nos cuentan que el número de reservas crece de manera continua y mantenida y que todo se refuerza con la bajada de contagios del Covid-19 y la mejora de las condiciones en aforos en las diferentes salas y espacios venue.

 

Las visitas de nuestros museos aumentan, la oferta cultural progresa de manera exponencial y nuestro aeropuerto nos anuncia la apertura de nuevas terminales y mejora de servicios, las infraestructuras de la ciudad, tanto tiempo demoradas, ahora compiten por alcanzar titulares en los medios, todo progresa.

 

Creo que efectivamente vienen tiempos halagüeños una vez superada la confrontación sanidad versus economía y habiendo ganado esta por goleada, el miedo va dejando paso al ánimo de gozo y experiencias y aquí, señores, nuestra ciudad es única, una promesa que siempre cumple.

 

Pero este atisbo de bonanza, crecimiento y recuperación me hacen preguntar sin retórica ¿Hemos aprendido en estos dos años del pasado? ¿Hemos diversificado nuestra oferta? ¿Hemos ampliado nuestra área turística por excelencia centra en los monumentos patrimonio de la Humanidad?

¿Se regularon los pisos turísticos? ¿Los vecinos conviven en armonía con los turistas y los alquileres se estabilizan permitiendo vivir a los vecinos en sus barrios tradicionales sin que tengan que huir al extrarradio o a la provincia?

 

¿Han aprendido a trabajar las administraciones turísticas de manera coordinada, uniendo ofertas y presupuestos para llegar más y mejor? Me asaltan dudas y las preguntas me cercan buscando respuestas, respuestas que hemos de encontrar de manera urgente entre todos sin despotismo ilustrado pues si no, señores, la hecatombe está servida, estuvimos a punto de morir de éxito hace años.

 

El éxito se plasmó en miles de turistas que inundaban nuestro centro urbano de manera inmisericorde convirtiendo la ciudad en un decorado y nosotros en actores de un sainete o de una tragicomedia.

 

Es tiempo de reflexionar y trabajar pues no todo es crecer y crecer, no todo son números vacíos de crecimiento económico y sostenibilidad; ¿Qué tal trabajar por la calidad?, por lo único, por lo excelente, por aquello que nos hace diferentes y que podemos rentabilizar de mejor manera.