por José Montero. CEO en Magnum Comunicación

 

A todos nos gusta el catastrofismo. Nos gusta contar la fatalidad, describir situaciones en las que apenas hay esperanza. No sé si es porque realmente estamos convencidos de que el desastre es inminente, o porque así conseguimos que nos lean. El caso es que a cuenta de la IA, se han disparado de nuevo las alarmas. En todos los sectores. Y también en el del periodismo. El topicazo de que la IA nos va a quitar el trabajo empieza a ser tan aburrido como superficial.

 

Debemos ser más objetivos. Y para eso necesitamos perspectiva. Acaban de regalarme un libro de historia universal. De las casi trescientas páginas que tiene, más del ochenta por ciento narran verdaderos desastres. Y ninguno comparable con el de la IA. Todos mucho más graves. Sin embargo, el mundo todavía no se ha detenido. Es más, va a mejor. Solo hay que mirar cómo estábamos hace apenas una generación.

 

Lo de la IA no es más que uno de esos cambios que se veían venir, pero ni es el último, ni nos va a expulsar del mercado laboral. Una inteligencia capaz de redactar una noticia e incluso una columna de opinión es mucho más de lo que nos podíamos imaginar hace apenas un par de años. Y ya está aquí. Los que viven exclusivamente de ambas tareas van a ser sustituidos por la IA, lo que, lejos de ser un problema, es una ventaja, tanto para ellos como para la empresa que les paga.

 

La empresa reduce sus costes. Y ellos tienen que reinventarse. Eso: reinventarse. Ése es su desafío, y su gran fortuna. Abandonan un trabajo en el que ya no son útiles. Una suerte. Les sustituye una máquina. Un alivio. Es lo que ha venido ocurriendo toda la vida. Tu trabajo deja de ser útil porque una máquina lo hace antes y mejor. Esto le pasó hace décadas a los que guiaban un arado en el campo o cosían a mano. Y a los que vendían picón, hojas de afeitar, jabón verde, enciclopedias, máquinas de escribir o videocasetes.

 

Esto no es nuevo ni debería extrañarnos. Hace ya años que un ordenador logró ganar al mejor ajedrecista del mundo. Hace años también que Google nos traslada en un clic a cualquier lugar del planeta. Y no digamos del correo postal: ha desaparecido, y ahora se usa otra cosa que se llama correo electrónico. Son cambios de una envergadura descomunal, y, sin embargo, los hemos incorporado a nuestras vidas de manera casi natural.

 

Con la IA pasará lo mismo. Pronto será parte de nuestra vida, y viviremos mejor. Los periodistas, los abogados, los arquitectos, los conductores de camiones o los vendedores de seguros. Todos. Es un sinsentido luchar contra las máquinas que nosotros mismos hemos inventado. Lo que tenemos que hacer es aprender a manejarlas y reinventarnos. Ése es el desafío.

 

Aunque no te lo creas, lo escrito hasta aquí ha sido dictado por ChapGT4. Sorprendente, ¿verdad? Pues no te sorprendas tanto, porque aunque la verdad es que lo he escrito yo, también podría haberlo escrito una máquina, y yo me hubiera ahorrado poco más de 50 minutos al teclado. Más o menos lo que dura una partida de mus con los amigos.