por Patricia García Mahamud, directora de Comunicación de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA)

 

Carmen, Tomás y Amparo, y tantos como ellos, son la punta de lanza. Construyen ecosistemas económicos en cada barrio; en esa pequeña escala de negocios modestos en la que el emprendimiento y el empresariado tienen un rostro cercano y vecinal. 

 

Ellos son los nombres propios de las pymes, que representan casi 95% del tejido empresarial andaluz. Por eso, visibilizar el capital humano de los proyectos empresariales, -es decir, a las personas que sueñan con llevarlos a cabo-, es el cimiento de la Comunicación corporativa por la que merece la pena remangarse a diario.

 

Desde ese encuadre de proximidad, poniendo caras a los negocios, -desde una ferretería a una startup-, se revela la idea nuclear: las empresas y los autónomos, -personas que son su propia empresa-, son esenciales en el desarrollo de nuestra tierra. Son la palanca del empleo y de la prosperidad andaluza. Por ende, ellos son parte de la solución a la crisis COVID y legislar a su favor es hacerlo en pro del bien común de todos los andaluces. 

 

Y aquí está el reto de la Comunicación dentro de organizaciones empresariales tan valiosas, por su peso representativo y recorrido, como CEA: conectar ese “relato de las emociones” en torno al espíritu emprendedor (la lucha; el sacrificio; la capacidad de innovación y la contribución en la sociedad) con el “relato de los hechos”, de la verdad de las acciones de profesionales como Carmen, Tomás y Amparo.

 

Huir de una Sostenibilidad impostada

Trabajar hoy en la percepción social de la empresa para que, de manera sostenida en el tiempo cuente con el reconocimiento y el afecto de los andaluces, significa algo así como empadronarse en la coherencia. Es decir: no desconectar jamás el discurso de la realidad.

 

Ocurre que la Agenda 2030 es el nuevo credo de las empresas del siglo XXI y que sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) identifican desafíos. Con su consecución, ellas pueden demostrar su compromiso, utilidad e identificación con valores. Pero si las empresas abrazan esa hoja de ruta como impostura, impelidas por la nueva conectividad en la que los ciudadanos juzgan por vías inéditas hasta ahora, el resultado no será más que una Sostenibilidad impostada, un compromiso de saldo. En ese caso, la vocación de impactar en el entorno no será más que un trampantojo. Justo lo contrario que persiguen aquellas empresas honestas que sí se transcienden a sí mismas y piensan en sus cuentas de resultados desde un enfoque humanista. Esta es la transgresora estrategia empresarial y propuesta de valor que les otorgará la licencia para operar y generar beneficios. Las empresas harán de las personas el core de su negocio y definirán el “para qué” de su actividad o, sencillamente, no serán. 

 

Así, lo operativo en el esforzado día a día de los comunicadores en las organizaciones empresariales es escribir discursos, argumentarios, notas y comunicados; servir a los compañeros de la prensa, en apuros y siempre en urgencia, en busca de datos y fuentes solventes; y escuchar a los asociados e identificar sus necesidades. Pero la misión que se eleva de estas rutinas es, con humildad y tenacidad, urdir la afectividad de la sociedad con nuestras siglas y con el equipo que representan. Obtener como resultado que nuestra marca sea sinónimo de familiaridad, seguridad y solvencia. Hasta el punto de ser, como procuramos en el caso de CEA, la referencia incontestable sobre qué necesitan los empresarios andaluces para crear más puestos de trabajo, para invertir y para contribuir al bienestar de todos.

 

Comunicar en 2022, máxime tras la pandemia, -señalada por muchos como el auténtico pórtico del nuevo siglo-, va de generar confianza. Trabajar en reputación no es sino trabajar en ser confiable para quienes compran tus productos o servicios; confiable para tus propios empleados; para quienes invierten una cuota en que les representes ante la Administración y el resto de la sociedad. 

 

Los ciudadanos darán por buena tu actividad en la medida en que vean identificados sus sueños con tus acciones sobre un mundo igualitario, más sostenible y justo. En la medida en que descubran, en definitiva, que las empresas, hechas por personas y para las personas, también sueñan. 

Este artículo forma parte de nuestra publicación «Hacia dónde avanza la comunicación: 25 reflexiones imprescindibles».