La prensa libre, un daño colateral

Con el cierre hasta nuevo aviso del periódico Novaya Gazeta, Rusia pierde a la última cabecera de la prensa libre que aún no había sido liquidada por el Kremlin en el marco de la actual campaña militar en Ucrania. «Hemos recibido dos advertencias del Roskomnadzor. Mejor cerramos, ya que si recibimos una tercera advertencia nos pueden retirar la licencia y eso significaría nuestra desaparición», informó a Efe Nadezhda Prusenkova, jefa de prensa del rotativo independiente.

 

La noticia del cierre se produjo después de que el director de Novaya Gazeta, Dmitri Muratov, premio Nobel de la Paz 2021, participara con una pregunta en la entrevista al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, junto a otros tres medios rusos.

 

El periódico, que lanzó su primera tirada de mil ejemplares el 1 de abril de 1993, precisa que suspende su publicación en su versión en papel y digital «hasta el fin de la operación especial en Ucrania».

 

Prusenkova admitió que, a día de hoy, desconoce el motivo de las dos advertencias recibidas de manos del regulador, que tampoco argumentó al periódico su decisión. Poco antes, Roskomnadzor anunció la segunda advertencia contra Novaya Gazeta por incumplir la ley sobre agentes extranjeros, que le obliga a acompañar cada noticia con un recordatorio sobre su condición. «Se cierra un medio que levantó la voz contra la guerra en Ucrania. El último bastión de la prensa libre en Rusia que luchaba contra la locura que se ha apoderado de nuestro país, la formación de una nueva ideología totalitaria», comentó a Efe Yulia Latínina, columnista del periódico.

 

Novaya Gazeta había dejado de informar sobre la campaña militar rusa tras la aprobación de una ley que castiga con graves multas y hasta 15 años de cárcel la difusión de «información falsa» sobre el Ejército ruso.

 

Muratov, reelegido como director en noviembre pasado y considerado el patriarca de la prensa libre en Rusia, fue galardonado en 2021 con el Nobel de la Paz junto a la filipina María Ressa.

 

El último dirigente soviético, Mijail Gorbachov, compró ocho ordenadores con parte del dinero que recibió como Nobel de la Paz (1990), lo que permitió a Muratov y sus colegas fundar el rotativo tras la caída de la URSS.

 

El cierre se consumó pese a que el periódico no publicó la charla con Zelenski para no infringir la draconiana legislación.

 

Roskomnadzor prohibió el mismo domingo a los medios rusos la publicación de la entrevista y abrió un proceso de investigación contra los cuatro medios que la realizaron: Novaya Gazeta, el diario Kommersant, que tampoco la publicó; el canal Dozhd y el diario digital Meduza, con sede en Letonia. Además, la Fiscalía también adelantó que valorará jurídicamente tanto las afirmaciones de Zelenski, como su publicación en la prensa rusa. «El Nobel sólo ralentizó el cierre del periódico. Muratov intentó ser cuidadoso, pero la decisión de eliminar a los principales medios independientes ya estaba tomada», comentó a Efe Lev Ponomariov, el activista liberal más veterano de este país.

 

Las autoridades rusas habían cerrado en las últimas semanas los otros dos medios más críticos con el Kremlin: Dozhd y la emisora de radio Eco de Moscú.

 

Al director de Eco de Moscú, Alexei Venedictov, uno de los comunicadores más influyentes de Rusia, le arrojaron la pasada semana una cabeza de cerdo a la puerta de su casa, donde pegaron el escudo de Ucrania con la palabra «cerdo judío». «Están destruyendo todas las instituciones democráticas. Vamos a una dictadura clásica. Eso sí, mientras exista Telegram, el que quiera puede informarse», añadió Ponomariov.