La lucha de Finlandia contra las noticias falsas

 
 

Los países nórdicos, y entre ellos especialmente Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca, constituyen una de las zonas mundiales más avanzadas en cuanto a desarrollo de los medios digitales informativos e ingresos por usuario, con cotas que superan en muchos casos, de manera amplia, las medias de otros países europeos. Pero no destacan sólo en suscripciones digitales en medios de calidad, sino que también están al frente de la reducción de los efectos de la desinformación, que en otras zonas no para de crecer.

 

Finlandia encabezó de nuevo, este 2021, el índice anual europeo del Open Society Institute, que mide la resistencia a la información errónea y la desinformación. Finlandia fue la que mejor resultados obtuvo, seguida de Dinamarca, Estonia, Suecia e Irlanda. Es decir, tres de los cinco primeros puestos están ocupados por países del Consejo Nórdico (Nordiska rådet). España ocupa el puesto 16 de los 35 países europeos incluidos en el ranking.

 

¿Cuál es el arma secreta de Finlandia en la lucha contra las noticias falsas? La puesta en marcha de programas de alfabetización mediática a edades muy tempranas, incluyendo los jardines de infancia. En 2014, el gobierno finlandés ya incorporó la alfabetización mediática en el plan de estudios, y enseñó a los niños a partir de los seis años a leer las fuentes informativas de manera crítica.

 

Los maestros alientan a los niños a evaluar y verificar los sitios web, piden a los estudiantes que busquen noticias dudosas y encuentren su fuente, y demuestren lo fácil que es manipular las estadísticas. Se enseña en todas las disciplinas. En el arte, los niños pueden ver cómo se pueden alterar digitalmente las imágenes; en la historia se analizan las campañas de propaganda; y en la ciencia se pone a prueba la desinformación de las vacunas.

 

Según un análisis de The Telegraph, también es cierto que Finlandia se ha visto expuesta en mayor sentido a los intentos de desinformación. En 2014, cuando la vecina Rusia anexó Crimea, Finlandia comenzó a mirar con nerviosismo hacia Moscú.

 

Jussi Toivanen, especialista en comunicación de la oficina del primer ministro finlandés, comenta: «Después de la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia en 2014, vimos una mayor actividad de desinformación dirigida a Finlandia. Por ejemplo, los intentos de reescribir nuestra historia y la persecución de periodistas e investigadores que cubrieron Rusia críticamente».

 

Comenta que en los últimos años se han hecho esfuerzos por erosionar la confianza en la sociedad, la democracia y sus instituciones, como los medios de comunicación. Finlandia declaró su independencia de Rusia en 1917. “Ha habido una total diseminación de desinformación relacionada, por ejemplo, con Covid-19 y las vacunas”, agrega.

 

Hace dos semanas, el Helsinki Times informó que los buzones de correo en Turku, en el suroeste de Finlandia, se han estado llenando de páginas que instan a las personas a no usar máscaras faciales o no vacunarse contra el virus. 

 

Y, sin embargo, el impacto ha sido escaso, gracias a los planes formativos que se imparten en los colegios sobre desinformación. “[Los intentos] no han tenido eco en nuestra sociedad. Las personas son críticas y son conscientes de este tipo de intentos y actividades. Puedo decir que nuestra sociedad ha sido resistente”, señala Toivanen en el diario británico.

 

Toivanen atribuye el éxito del país a sus profesores: “Nuestro sistema educativo juega un papel muy importante en la lucha contra la desinformación”. Minna Harmanen, consejera de educación y ex maestra, comenta también en el reportaje de The Telegraph, que con el uso cada vez mayor de Internet y las redes sociales, existe la necesidad de una “alfabetización más profunda”.

 

 

“No sabemos quién ha hecho textos [en línea], los ha escrito o quién los está difundiendo. La necesidad de leer críticamente ha surgido bastante en los últimos años”, dice. “La propaganda, la desinformación y las ‘noticias falsas’ tienen el potencial de polarizar la opinión pública, promover el extremismo violento y el discurso de odio y, en última instancia, socavar las democracias y reducir la confianza en los procesos democráticos”. añade.

 

Harmanen dice que las escuelas finlandesas tienen una larga tradición de analizar la actualidad y utilizar fuentes contemporáneas, como informes de noticias. Realizan incluso debates simulados y escriben ensayos sobre cómo fueron esos debates.

 

Una actividad, por ejemplo, pide a los estudiantes que averigüen cómo los medios de un país retratan a las personas que viven en otro y qué deben creer a partir de la cobertura. Otro ejercicio les pide a los niños que identifiquen su “burbuja de las redes sociales”, discutan cómo afecta las actitudes hacia las personas con opiniones diferentes y les enseña cómo romperla.

 

En un programa de televisión para niños, aparece incluso un osito de peluche que analiza la cobertura de noticias. La formación para mitigar el impacto de la desinformación, concluye Toivanen, “tiene que fortalecerse en los próximos años, porque es más importante ahora. No se trata simplemente de alfabetización, sino de cómo eres parte de la sociedad, cómo eres en tu vecindario y en la escuela. Es parte de estar en la sociedad, es democracia”.

 
 
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