Entrevista a Andrés Luis Cañadas Machado en Diario de Jerez

El periodista -con más de 60 años de profesión-, diplomado en Dirección y Administración de Empresa por la ESADE y socio de la APC, fue el que inició en Jerez el periodismo cofrade serio y riguroso.

 

—¿Cómo evaluaría el periodismo de hoy en Jerez?

—Hay un reducto de personas que son profesionales del periodismo que lo demuestran en su actividad diaria o habitual y una serie de personas advenedizas a la profesión que en cierta forma han deteriorado bastante el concepto de lo que debe ser el periodismo.

—¿Cuando menciona advenedizos señala a las nuevas formas de comunicación surgidas en internet como las redes sociales, los ‘autores’ anónimos’, etc?

—Evidentemente. Para mí, las redes son un cubo de basura donde cabe todo. Hay personas de buena voluntad que tratan de manifestar una opinión pero eso no puede considerarse nunca un medio de comunicación y además hay una caterva de gente que lo que hacen es ensuciar el periodismo.

—Pero no todo es malo, también están los medios on-line, la prensa digital…

—Claro que sí. La tecnología ha venido a ampliar nuestro campo de actividad. Hay muchos canales que son perfectamente válidos y utilizados por personas de la profesión. Y si no, por personas que al comprometer su propio nombre lo hacen con bastante seriedad. Eso no se debe confundir con el concepto general de las redes sociales donde hay mucho espontáneo, muchas barbaridad y mucha mentira suelta y la manipulación política que se produce constantemente en ese espacio.

—¿Y si analizamos qué son esas redes sociales en lo cofrade?

—Lo que es la difusión de la información cofrade ha venido a incorporarse a través de las redes y las muchas webs de hermandades que existen además de la tecnología que permite fácilmente la transmisión en streaming que permite a los cofrades seguirlos pero ojo, no solo a los de aquí sino que se expande al resto del mundo. Hay un antes y un después para los medios de comunicación tras la aparición de estas TIC. En lo negativo, insistir en lo que dije anteriormente: la gente que entra creando polémicas interesadas para lo que podemos poner ejemplos del gran daño que se ha hecho y se hace a hermandades señeras que se han visto envueltas en verdaderos escándalos públicos.

—Calcula que son más de 60 años los que acumula de profesión periodística, ¿qué le queda?

—El mismo entusiasmo con el que empecé. Hago una colaboración semanal en Diario de Jerez y la disfruto haciéndola como si fuera el primer día. Es verdad que te crea una servidumbre pero al final lo haces porque lo llevas en la masa de la sangre.

—¿Existe el periodismo cofrade?

—Creo que sí sobre todo en ciudades andaluzas donde se vive además el mundo de las hermandades de forma muy intensa. Todo esto es paralelo al poder de atracción popular que ejercen las hermandades además de la influencia que ejercen en la sociedad. La Semana Santa ha ganado mucho en todos los aspectos sociales y religiosos a aquellas que viví hace años. Por lo tanto, los medios de comunicación prestan la atención que merece este fenómeno social.

—¿Qué culpa de eso tienen los medios?

—Ha sido fundamental para promocionar el mundo cofrade, para insertarlo en la sociedad como un valor real. El papel de los medios ha sido decisivo.

—A finales de los años 60 aterriza en Jerez para dirigir Radio Popular. Tuvo claro que el mundo cofrade tendría un gran protagonismo en la programación, contra corriente con lo que sucedía en los restantes medios locales.

—La información de las hermandades se podría decir que era residual, tomando el periódico que se publicaba entonces. Si acaso se reseñaban los cultos; y no digamos a los días de Semana Santa con crónicas a tiempo pasado, hechas con desgana, muy reducida en extensión… La radio lo que hace es convertir esto en un fenómeno popular. Las retransmisiones de Semana Santa alcanzan muy buenos niveles de audiencia lo que hace empujar al medio prensa a prestar más atención al periodismo cofrade y a intensificar los espacios. Pero, la gran revolución llega con las televisiones locales, que le dan una dimensión extraordinaria con lo que había sido hasta entonces.

—Un recuerdo de un momento de los muchos que promocionó la radio entonces.

—Había un acontecimiento en la Semana Santa, lo recordarás de cuando estuviste al lado mío, del paso de la Buena Muerte por el bar Canalejas, que existió en la calle Ancha, en la mañana del Viernes Santo. Fui con Manolo Doña, que fue el impulsor de esto, porque allí se reunían todos los cantaores de saetas de Jerez creando un ambiente sublime. Los dimos en directo y estábamos solos. Al siguiente año al ir a instalar los equipos no había espacio. Todo estaba ocupado por una muchedumbre, personas que evidentemente conocieron ese momento gracias a la radio. Y así sucedió con otros muchos lugares que hoy siguen siendo mágico al paso de determinadas cofradías.

—¿Esa radio descubrió a Jerez su Semana Santa?

—Ayudó pero más que se valorara la dimensión que tiene como, en otro ámbito y circunstancias, la exposición de este año por Semana Santa que ha abierto los ojos a muchos sobre la riqueza patrimonial del mundo cofrade además del valor espiritual que ya posee.

—¿Por qué hay tanto cainismo en el mundo cofrade?

— A veces vemos ejemplos completamente lamentables, dentro de una hermandad y en el general. Compadezco a los que asumen una representación colectiva porque están expuestos a la crítica por supuesto, empezando por el prelado la de la diócesis, que cualquier decisión es analizada milimétricamente para ver dónde se le puede poner la pega. Lamentablemente sí existe el cainismo porque olvidamos que el mundo de las cofradías se apoya en la hermandad entre sus miembros y no siempre es así.

—¿Dónde queda el espíritu de Iglesia en las cofradías?

—Creo que hay más aficionados que seguidores, Predomina más la afición que la devoción.

—Vamos, que se mira a los pasos desde el canasto hacia abajo que hacia arriba.

—Muchas de las personas que se han arrimado a este mundo lo han hecho por la estética, por el conjunto; porque la verdad es que es un espectáculo único, analizándolo fríamente y sin ningún matiz de fervor o creencias, una procesión de las nuestras es un espectáculo único y barato. Uno sale a la calle y se lo encuentra. Eso ha atraído a mucha gente que mira más del respiradero hacia abajo que hacia arriba. Pero prefiero pensar en positivo ya que a través de esa otra mirada de las procesiones, para muchas personas ha sido el vehículo para llegar a Cristo. Los caminos de Dios son infinitos.

—El nuevo prelado, José Rico, parece cree en las hermandades y está dispuesto a aprovechar todo eso que generan.

—Creo que sí. Don José Rico está en esa línea. Al menos es lo que ha manifestado hasta ahora. Es una persona que llega con un bagaje episcopal notable y es junto a Rafael Bellido los únicos que han llegado a Jerez con experiencia episcopal. Otros han hecho el noviciado aquí. Don Juan del Río, que en paz descanse, ha sido una verdadera lástima su pérdida porque era un gran dignatario de la Iglesia con las ideas muy claras, y don José Mazuelos que ha tenido sus roces con el mundo cofrade y con otros como el periodístico. Sin embargo creo que ha dejado un pozo destacado; vino aquí a aprender de obispo y se ha dio a otra diócesis muy importante, que es la octava en antigüedad de España.

—¿No piensa como otros muchos, curas incluidos, que su traslado es un castigo?

—No en absoluto. Canarias es una diócesis que aquí la vemos muy lejana pero además de su antigüedad tiene a millón y medio de habitantes en su zona de influencia…

—Usted nació allí.

—Nací en Las Palmas en la calle Canaleja. Allí no se envía a cualquiera. Han habido obispos en Canarias muy importantes. Que don José Mazuelos haya ido allí es que han valorado que es una persona que sabe tomar decisiones.

—¿Y de don Rafael qué nos dice?

—Tuvimos a un santo de obispo en Jerez. Lo que pasa es que ‘mi reino no es de este mundo’ y la medida del tiempo en la Iglesia es singular. Pocas personas como él he tenido la ocasión de tratar. Y pocas personas pusieron su confianza en él, como don José María Bueno Monreal, que no era un cardenal cualquiera. La obsesión de don Rafael en sus últimos años era que aquí tuviéramos obispos andaluces. Hasta ahora se ha cumplido ese deseo.

—Dos años sin Semana Santa o, más bien, dos años sin el ritmo cofrade habitual. Suena a un futuro distópico.

—Y me temo que en 2022 mucho tendrían que variar las cosas para tener una Semana Santa normal. A lo mejor se da un paso más, en esa línea apuntaba nuestro obispo, pero ahora mismo es imprudente decir que tengamos una Semana Santa de las que dejamos hasta 2019.

—Después de todo lo recorrido y conocido en su vida entorno al mundo cofrade de aquí y de allá, ¿qué guarda con más cariño?

—Mi primera salida como nazareno con nuestro Padre Jesús, una imagen de Roldán, en la Palma del Condado en la madrugada del Viernes Santo. Fue la primera vez que vestí la túnica. Era muy niño, podría tener unos 10 años. El presidente de la cofradía, que sale de la preciosa ermita mudéjar del Valle, me dio una túnica de niño y tuve la suerte de salir. Eso no lo he olvidado nunca. Fue una vivencia que me vinculó para siempre al mundo de las hermandades.

 

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