Ana Blanco deja el Telediario de La 1

«Este incidente ha incrementado en las últimas horas la tensión en la zona del Golfo, pero Francia…». El 15 de septiembre de 1990, en el Telediario 1 de TVE, muy seria y quizá con unos movimientos nerviosos en los primeros segundos de su locución, una Ana Blanco de 29 años hacía su primera aparición pública como presentadora en los Informativos de la cadena. Fue como pareja de Francine Gálvez, en el espacio del fin de semana, al hilo de la agresión iraquí a la embajada francesa en Kuwait. Y aunque aquella dupla de presentadoras no aguantó mucho en antena, sí supuso el lanzamiento de la carrera de una mujer que ha estado vinculada a los Informativos de RTVE desde entonces, 32 años casi ininterrumpidos, tres décadas, un oasis de permanencia en un mar de actualidad donde la politización mediática de lo público extiende cada vez más sus tentáculos. A lo largo de tanto, tanto tiempo, ella los supo esquivar, o los supo acoplar.

 

Para desgracia de la Corporación, la semana pasada se filtró que Blanco dejaba el Telediario. Oficialmente no entraba en las previsiones del Ente anunciar una desvinculación que, aunque ha cogido por sorpresa al mundo mediático, «era inevitable», según aseguraron a EL MUNDO fuentes próximas a la Dirección de RTVE. Recordemos que ya a finales del pasado año se había coqueteado con que Blanco podría abandonar el espacio en febrero de 2022, pero finalmente el movimiento se ha postergado a la nueva temporada que arranca este septiembre. Tras no aportar luz, y solo después de leer el nombre de Ana Blanco en todas las portadas, RTVE emitió en una escueta nota eufemística en la que informaba de una «nueva etapa» para la presentadora cuyos detalles se conocerán el día 14 de este mes, fecha en la que se conocerá la programación.

Ana Blanco en su primer Telediario como presentadora.

 

Blanco (Portugalete, 1961) es una referencia en la profesión. Su marcha de los Informativos, que no de la cadena, la avanzó El Confidencial Digital. Según el portal especializado la periodista habría pactado un nuevo destino antes de las vacaciones de verano porque se encontraba «cansada» de presentar el Telediario. Fue ese el penúltimo aviso de una mujer hermética, discreta, recogida en lo que se refiere a su exposición más allá del ámbito laboral, «una persona tímida» -en sus propias palabras-, pese a que en los días dorados de TVE la escuchaban y veían millones de telespectadores. Por ello, por esa timidez, en 2011 confesaba a la agencia Efe -en una de las escasas entrevistas que ha concedido- que nunca se había planteado presentar un Telediario.

 

Quienes han trabajado con Blanco la definen, profesionalmente, como una de las últimas representantes destacadas de la vieja escuela de locutores, sin ser el adjetivo viejo en este caso una referencia a una edad avanzada sino al sentido de permanencia.

 

Ana Blanco, cuentan, ha aguantado tres décadas en diferentes franjas del Telediario por su valía, por su credibilidad y buen hacer, sí, pero también porque supo adaptarse, a los tiempos modernos y a la política.

 

Licenciada en Pedagogía, respondía al modelo de locución tradicional, un rostro que leía bien y que no tenía por qué saber nada sobre el oficio del periodismo mientras tuviese una cuidada producción detrás. Pero cuando los periodistas comenzaron a desplazar a los presentadores clásicos, incluso periodistas con mala dicción, incluso periodistas tartamudos, pero periodistas al fin y al cabo que tenían carácter y llegaban a la gente, ella se transformó y aprendió. «He tenido la suerte de no tener que pelear mucho por no ser sólo un imagen, porque desde un principio, cuando comencé en TVE, en plena Guerra del Golfo, hice labores que me ayudaron a que me considerasen como periodista, no sólo como una presentadora», explicaba Ana Blanco a Efe en 2011.

 

Sin buscar el estrellato, se mantuvo en el firmamento. ¿Cómo? Con credibilidad, con inteligencia, humildad y sin buscar nadar a contracorriente. Según explica un veterano profesional de la casa, «una persona que ha estado tantos años, que supera las tres décadas en los Informativos, lo consigue por ser objetiva, porque no trata de transmitir su opinión, pero también porque se limita a hacer lo que manda cada dirección».

 

Acostumbrados a que cada vez que cambie el Gobierno del país, la corporación pública baile al mismo compás, la periodista ha parecido ajena a los ciclos políticos y a los nuevos jefes que han ido desfilando, al menos de cara a la galería. Nunca ha sido vista como una enemiga y así se ha convertido en una superviviente de la política en RTVE.

 

En aquella entrevista concedida a Efe aseguró que nunca tuvo que responder a consignas: «No me han llegado ese tipo de presiones, aunque en todo este tiempo hay gente con la que te entiendes mejor o peor, y no todas las etapas han sido iguales», decía. Veremos qué ocurre en esta «nueva etapa».

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