por José MonteroPeriodista y CEO de Magnum Comunicación

 

La estrategia de comunicación de Moncloa es resultado de una exitosa combinación de ingredientes. Nadie entiende sino cómo su presidente, tras ser España uno de los países que peor ha gestionado la pandemia y cuya economía ha sido la que más ha retrocedido entre los países de la OCDE, se mantiene hoy como el líder político más valorado y la opción preferida por la mayoría de los españoles para ser presidente del gobierno.

 

La única explicación está en la trastienda de Moncloa, donde cada día se cocina, como digo, en base a una exitosa combinación de ingredientes. Estoy hablando del chef de los fogones de Moncloa, Iván Redondo. Y de sus recetas de comunicación, que han sido perfectamente asimiladas e integradas por el presidente Pedro Sánchez. El acierto no es del chef, ni de Pedro Sánchez. Es de la mezcla de los dos. Pedro Sánchez ha dado con la horma de su zapato. E Iván Redondo nunca hubiera imaginado un cliente tan adaptable a su estrategia de comunicación.

 

Para Redondo, “lo importante no es comunicar, sino conectar” Desde ese momento, los contenidos no tienen importancia. No hay nada que comunicar. El valor está en la conexión por sí sola. “Hay que simplificar para hacer llegar el mensaje a la gente, ha dicho. A la política española le falta saber gestionar lo que quiere la gente. El mensaje está en la gente. Solo hay que conectar con él” Esta la máxima del chef de Moncloa. Y Pedro Sánchez no solo lo ha entendido, sino que lo ha asumido e interpretado a la perfección.

 

Y para conocer lo que quiere la gente, no hay nada más sencillo que escucharla. Iván Redondo no da un paso sin atender a su particular radar de escucha. Si hay algo a lo que dedica tiempo el chef de Moncloa es a los datos. Los datos son la base de su estrategia, porque son lo que le permite saber lo que piensan y quieren los españoles. Sin datos no es posible conectar con ellos. Sería posible la comunicación, pero no la conexión.   Si los españoles quieren oír hablar a su presidente de ayudas económicas, al día siguiente Pedro Sánchez promete ayudas directas por valor de 11.000 millones de euros. “No creo en el elitismo del que lanza una idea que nadie entiende, dice Redondo. Además, el mensaje hay que humanizarlo, no puede ser algo abstracto. Una cosa es la política, las ideas, y la otra la conexión, donde hay que simplificar”

 

 

Como Pedro Sánchez, Iván Redondo ha llegado a decir que “utilizar el populismo como técnica electoral no es criticable. Como ideología, sí. Como estrategia, no”. Es la simbiosis perfecta. Una mente política emergida desde el posibilismo y el oportunismo que encuentra un asesor de comunicación cuya estrategia es precisamente la misma, “la de Gramsci: olvidaos de las ideologías”.

 

Iván Redondo no es, como dicen muchos, el ideólogo de Moncloa. Es el chef. Es un técnico. No tiene ideología. Por eso es eficaz con cualquier cliente. Hoy lo es con Sánchez. Y ayer lo fue con Monago en Extremadura, con Basagoiti en el País Vasco o con García Albiol en Badalona. Todos del PP. “Soy respetuoso con cualquier tipo de ideología”, ha dicho. Pero no solo la ideología. Tampoco le importa el líder. “La política es un deporte de equipo, y el líder no es nadie sin su equipo”, ha dicho. Y en otras ocasiones ha explicado cómo en la Fórmula 1 lo importante son los ingenieros, o en el ajedrez, donde “no es con la reina como se ganan las partidas, sino con la estructura de los peones”.

 

Hay una frase de Maquiavelo que Iván Redondo ha utilizado más de una vez: “La promesa dada es una necesidad del pasado; la palabra rota es, por el contrario, una necesidad del presente” Por eso, Pedro Sánchez se ha granjeado esa imagen de mentiroso. Y por eso también una mayoría de españoles le siguen queriendo como presidente. Porque piensan que eso es lo que ahora, en este presente, necesita España. Y Pedro Sánchez lo ha visto claro. Y lo ha interpretado a la perfección. Da igual lo que comunique. Lo importante es la conexión.